28 de enero de 2013

El CADD cesa definitivamente a la Comisión Electoral de la FAH.




 
 
EN SU VIRTUD, vistos los preceptos citados y los demás de general aplicación, este Comité Andaluz de Disciplina Deportiva RESUELVE:

 PRIMERO.- Cesar a la Comisión electoral de la Federación Andaluza de Hípica conforme a lo dispuesto en el artículo 11.2 de la Orden de 31 de julio de 2007 (citada).

SEGUNDO.- Ordenar a la FAH, y en particular a su Comisión Gestora por medio especialmente de su Presidente y su Secretaria General a que adopte las medidas necesarias para que los miembros suplentes de la Comisión Electoral de la FAH inicien inmediatamente sus funciones, y prosigan el proceso electoral hasta su total culminación, velando por la celeridad y pureza del proceso: a cuyo efecto este Comité conmina a la Comisión Suplente a iniciar inmediatamente el ejercicio de sus funciones, y le encarece a aplicar una especial diligencia debido al extraordinario retraso que acumula el proceso. poniendo en riesgo la gestión ordinaria de la FAH, por lo que este Comité desplegará un especial celo en promover la máxima celeridad en el desarrollo del resto del proceso

Web de la FAH para ver la Resolución del CADD,>>>

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay tres modos de conservar un Estado que, antes de ser adquirido, estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad: primero, destruirlo; después, radicarse en él; por último, dejarlo regir por sus leyes, obligarlo a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por un corto número de personas, para que se encargue de velar por la conquista. Como ese gobierno sabe que nada puede sin la amistad y poder del príncipe, no ha de reparar en medios para conservarle el Estado. Porque nada hay mejor para conservar -si se la quiere conservar- una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por sus mismos ciudadanos.
Ahí están los espartanos y romanos como ejemplo de ello. Los espartanos ocuparon a Atenas y Tebas, dejaron en ambas ciudades un gobierno oligárquico, y, sin embargo, las perdieron. Los romanos, para conservar a Capua, Cartago y Numancia, las arrasaron, y no las perdieron. Quisieron conservar a Grecia como lo habían hecho los espartanos, dejándole sus leyes y su libertad, y no tuvieron éxito: de modo que se vieron obligados a destruir muchas ciudades de aquella provincia para no perderla. Porque, en verdad, el único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, espere a ser aplastado por ella. Sus rebeliones siempre tendrán por baluarte el nombre de libertad y sus antiguos estatutos, cuyo hábito nunca podrá hacerle perder el tiempo ni los beneficios. Por mucho que se haga y se prevea, si los habitantes no se separan ni se dispersan, nadie se olvida de aquel nombre ni de aquellos estatutos, y a ellos inmediatamente recurren en cualquier contingencias, como hizo Pisa luego de estar un siglo bajo el yugo florentino. Pero cuando las ciudades o provincias están acostumbradas a vivir bajo un príncipe, y por la extinción de éste y su linaje queda vacante el gobierno, como por un lado los habitantes están habituados a obedecer y por otro no tienen a quién, y no se ponen de acuerdo para elegir a uno de entre ellos, ni saben vivir en libertad, y por último tampoco se deciden a tomar las armas contra el invasor, un príncipe puede fácilmente conquistarlas y retenerlas. En las repúblicas, en cambio, hay más vida, más odio, más ansias de venganza. El recuerdo de su antigua libertad no les concede, no puede concederles un solo momento de reposo. Hasta tal punto que el mejor camino es destruirlas o radicarse en ellas.
Nicolas Maquiavelo "El Príncipe" (Capítulo V: "De que modo hay que gobernar las ciudades o principados que, antes de ser ocupados, se regían por sus propias leyes")

Anónimo dijo...

Larguito el comentario.